sábado, 28 de febrero de 2009

El monte de las tentaciones

Hemos comenzado la Cuaresma, y el Evangelio del primer domingo es el de las tentaciones del Señor en el desierto.
"En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían".(Mc. 1,12-15)
Se conmemora este lugar en un monte que hay a las afueras de la ciudad de Jericó. Es un sitio que tiene un encanto especial. Construido en la roca de la montaña hay un Monasterio Ortodoxo Griego, también conocido como Jabel Quruntul, que fue originariamente construido en el siglo XII. Está a unos 350 metros sobre la planicie de Jericó, al noroeste de la ciudad. En la ladera del monte hay unas 30 o 40 cuevas que estuvieron mucho tiempo habitadas por monjes y eremitas en los primeros siglos del cristianismo. Posteriormente los Cruzados construyeron dos iglesias en el lugar: una de ellas estaba en una cueva que había a mitad de camino hasta el acantilado, y la segunda fue construida en la cumbre del monte. El monasterio Ortodoxo actual se levantó entre los años 1874 y 1904.
El otro día pudieron venir mis padres a Tierra Santa. Uno de los lugares que fuimos a visitar fue este monasterio. Se puede acceder en teleférico o andando. En esta ocasión lo hicimos a través del teleférico. Sale del centro de Jericó y tarda unos 10 minutos en llegar a la ladera del monte. En otra ocasión que estuve -después de visitar el lugar del Bautismo del Señor en el Jordán- pude subir andando. Hay un camino que serpentea ascendiendo hacía el monasterio. Se tarda un poco menos de media hora en llegar. Sucede que a veces el monasterio no está abierto, aunque sea horario de visitas. Cuando fui con mis padres tuvimos la suerte de que se encontraba abierto. No había casi peregrinos, y pudimos visitarlo. Dentro hay unas grutas que fueron habitadas por monjes durante muchos años. Pudimos asomarnos al balcón -daba bastante vertigo- que está colgado en el monaterio. Desde allí se ven a lo lejos -se puede apreciar en la fotografía- las cuevas que había en la pared del monte. Al fondo del monasterio está su mejor tesoro. Primero llegamos a una habitación repleta de iconos riquísimos y muy antiguos. Deben tener un gran valor. Y, desde allí, subiendo unas escaleras se encuentra una roca muy venerada en la que se dice que Jesús rezó en esos 40 días de sacrificio en el desierto. En esta fotografía se ve la esta roca a la que hago referencia, y que se encuentra en el monasterio Ortodoxo.
Impresiona pensar que el Señor estuvo alrededor de esos lugares rezando y ayunando por nosotros, por nuestros pecados. Considerarlo quizá nos sirva de impulso para vivir mejor -más unidos a Jesús- los pequeños sacrificios que ofrezcamos en esta Cuaresma.

sábado, 21 de febrero de 2009

Gracias

El otro día recibí a través del blog una generosa donación de una familia de Madrid. Aparte de rezar por ellos desde Tierra Santa, querría agradecerles ese esfuerzo publicando una entrada en la que explico la utilidad que le he dado a ese dinero. En el club juvenil del que soy sacerdote se imparte formación humana y cristiana a chicos árabes. He podido comprobar la necesidad que los cristianos en Tierra Santa tienen de formación cristiana. Han dispuesto de muy pocas oportunidades para conocer más a fondo su fe. La formación humana va dirigida -sobre todo- a hacerles crecer en virtudes y, a la vez, orientada hacia la adquisición de hábitos de trabajo. Conseguir esto es especialmente importante cuando todavía están los chicos en edad escolar. Por todo ello, me parece interesante el proyecto de instalar una sala de estudio y acondicionar otras habitaciones para hacer actividades y para poder preceptuar y orientar a los chicos. Como es lógico, para lograr todo esto, hacen falta abundantes medios económicos. En Nazaret también empezaremos actividades con chicos este semestre, que pueden ser muy formativas: inglés, electrónica y durbake. El durbake es un tambor árabe muy simpático, y que a los niños árabes les hace ilusión aprender a tocar. El inglés es muy necesario, especialmente para los chicos de Nazaret, ya que les cuesta el idioma, y su aprendizaje les abre miras para su futura vida profesional. Y, siempre, las charlas sobre virtudes y vida cristiana que imparten los monitores o el sacerdote todas las semanas. A los chicos, ya sean católicos, ortodoxos o musulmanes, les gusta hablar con el sacerdote, y agradecen cómo se les ayuda a mejorar su vida espiritual, y los medios que se les facilitan para formar bien su conciencia.
Es un breve resumen del proyecto en el que estoy embarcado, y para lo que han ido destinados esos fondos. De nuevo, a esa familia de Madrid, muchas gracias.

sábado, 14 de febrero de 2009

Un día con el párroco de Bet Yala

La pasada semana estuve en Bet Yala ayudando al sacerdote de la parroquia que está junto al Seminario. Bet Yala es un pueblo que está colindante a Belén. No es fácil distinguir donde termina uno y empieza el otro. Se me ocurrió una posibilidad para aprender árabe que era pasar días completos en la parroquia. Hablé con abuna Nidál, el párroco, y le pareció muy bien la idea. Le acompañaría a todo lo que hiciera. Llegué el viernes a las 10.00 y organizamos el día. Por supuesto hablamos todo el rato en árabe. Después de hacer el plan salimos a las visitas. Primero fuimos a una casa muy sencilla. Estaban allí una madre y su hija, y bendijimos la casa. Insistieron en que nos quedáramos pero teníamos muchas visitas que hacer. Después fuimos al hospital. Allí recorrimos distintas habitaciones visitando enfermos. Cuando veían llegar al sacerdote se les iluminaba la cara. Estábamos un rato con cada uno, el sacerdote hablaba con ellos, y luego rezábamos una oración todos juntos. Finalmente les daba la bendición. Estuvimos en cuatro o cinco habitaciones. Luego por la tarde volvería –ya sin mí- al hospital. Después fuimos a la casa de un hombre anciano, tendría casi 90 años. Estaba muy solo. No tenía compañía, ni la ayuda de nadie, ni dinero. Solo un familiar le llevaba algo una vez a la semana. Respiraba con dificultad –debía tener muy débil el corazón-, y nos contó en la media hora que estuvimos sus penalidades, en algunos momentos llorando. Nos enseñó el mal estado de la casa, y nos agradeció mucho la visita. Abuna Nidal le animó, y le dejó algo de dinero. Antes de comer tuvimos una reunión con las monjas que atienden la parroquía –se llaman las monjas del rosario- para preparar la Misa con los niños del siguiente domingo. Luego nos fuimos a comer. Ya me empezaba a doler la cabeza del esfuerzo por hablar árabe. Fuimos a un restaurante muy sencillo y hablamos de muchas cosas, sobre todo de nuestra vida sacerdotal. Al volver a la casa rezamos y nos preparamos para la Misa que fue a las 17.00. Al terminar la ceronia un chico de unos 30 años me pidió oraciones para que encontrara trabajo. Le dije que rezaría por él y le di una estampa de san Josemaría en árabe, para que le pidiera el favor. También me contó que tenía un amigo joven que era musulmán. Con el trato, a través de la amistad, había conseguido que se interesara por el cristianismo y, finalmente, que se bautizara como católico. Pero su amigo tenía ahora grandes dificultades. Su madre había muerto y su padre se había alejado de él. La casa pequeñísima en la que vivía se había quemado por completo, y vivía provisionalmente en casa de otro amigo. Me contaba que él le había dado la mitad de su ropa, pues se había quedado sin nada. Le prometí oraciones también por su amigo. Después estuve en una reunión del párroco con señoras de la parroquia, en la que hablaron de varias actividades apostólicas y programaron la fecha del siguiente retiro mensual. A las 19.00 me fui, no sin antes agradecerle al párroco su amabilidad. Ese fue mi intenso día en la parroquia. Me edificó mucho la preciosa labor que este sacerdote hace, y me encantó colaborar con él. Lo haré más veces, pues creo que también supuso un fuerte impulso en mi aprendizaje del árabe.

sábado, 7 de febrero de 2009

La Presentación. Los sacrificios en el Templo

Esta semana ha sido la fiesta de la presentación del niño Jesús en el Templo. La Virgen, con san José y el niño, fueron a presentar a Jesús al Templo de Jerusalén y a hacer la ofrenda para el sacrificio. Así establecía la Antigua Ley que se rescataba al hijo primogénito. La explanada del templo es uno de los lugares que con seguridad pisó nuestro Señor muchas veces. En una visita que realice hace varios días a los túneles que hay debajo de la antigua muralla del templo, pude pisar el mismo suelo de la época de Jesucristo, que está varios metros por debajo del suelo actual de la explanada.
En el Templo se ofrecían a diario varios sacrificios. Eran fijos el sacrificio matutino, poco después de la salida del sol, y el sacrificio vespertino, a primera hora de la tarde. Cada mañana y cada tarde se ofrecía un holocausto en nombre todo el pueblo, pero cada día se ofrecían muchos otros a título particular, de fieles que llevaban unas víctimas para que los sacerdotes las ofrecieran. En el holocausto la víctima se quemaba por completo como reconocimiento de la soberanía del Señor sobre todas las cosas. De ordinario se sacrificaban toros, carneros o cabritos. Tenían que ser machos y sin ningún defecto. También se podían ofrecer corderos, e incluso tórtolas o palomas, que eran la ofrenda habitual de los más pobres. Esto es lo que hizo la Sagrada Familia. El holocausto tenía un sentido de homenaje y súplica a Dios, pero también podía ser ofrecido para dar gracias, en cumplimiento de un voto, o en determinadas circunstancias como era el caso de las mujeres cuando habían dado a luz y se había cumplido el tiempo de la purificación. Se ofrecían con frecuencia sacrificios expiatorios o por el pecado, que estaban previstos para todos aquellos que transgrediesen las prescripciones de la Ley. Lo que debía ofrecerse en cada caso, atendiendo al pecado o delito cometido y a la persona que lo hace —ya sea un sacerdote, o un jefe del pueblo, o una persona del pueblo llano, o bien todo el pueblo— estaba cuidadosamente reglamentado. Los sacrificios por el pecado denotan un respeto muy grande por la Alianza del Sinaí: cualquier violación de ella constituía una ofensa a Dios y exigía reparación. Quedaban en segundo plano circunstancias que actualmente serían de gran importancia tales como la voluntariedad o advertencia y la involuntariedad o inadvertencia. Lo más característico era el rito de la sangre que, no sólo se derramaba al pie del altar, sino que se utilizaba para asperger la cortina del templo y teñir los cuernos que había en las esquinas del altar. El más solemne de estos sacrificios es el que ofrecía el sumo sacerdote en el Yom Kippur, pues en esa ocasión entraba en el Santo de los Santos. Esto se hacía así, según los relatos bíblicos, en el templo de Salomón, pues allí se guardaba el Arca de la Alianza. Los sacrificios de reparación o sacrificios por el delito se ofrecían para reparar una ofensa inferida a Dios mediante daño causado en las cosas sagradas, o bien a una persona o a sus bienes. En ellos se inmolaba normalmente un carnero. Un tipo de sacrificios muy populares eran los sacrificios de comunión o sacrificios pacíficos. Se solían ofrecer en cumplimiento de un voto, en acción de gracias, o simplemente como manifestación espontánea de devoción.
Los sacrificios también podían tener en ocasiones un carácter impetratorio, para pedir algo al Señor. En este caso no se consumía en el fuego todo el animal, sino sólo la grasa y ciertas vísceras, como intestinos, hígado o riñones. Lo que restaba de la víctima se repartía entre el sacerdote y los oferentes, para comerlo. Lo más característico es la comunión, esto es la participación en ese banquete sacrificial, celebrado en el Templo, de quienes lo ofrecían, compartiendo la comida con sus familiares y amigos.
He querido adjuntar una foto que no sea muy fuerte del sacrificio de un cordero. En una ocasión que pude asistir hace unos meses al sacrificio del cordero, saqué varias fotos. Esta es una de los momentos finales en la que están limpiando al animal. Muchas veces cuando celebro el Sacrificio del altar me acuerdo de el sacrificio que pude ver en vivo de este cordero, y que me impresionó tanto. Me ayuda a pensar en el Sacrificio que hizo el Señor por nosotros, y que se vuelve a hacer presente en el altar cada día.